El proyecto SmartMushroom se encuentra en su recta final donde la máxima ha sido la economía circular. Y se puede señalar que se han logrado todos los objetivos que perseguía este proyecto europeo. Esta relación entre distintas empresas de tres países diferentes ha logrado producir unas sinergias que han llevado a la construcción y optimización de una planta piloto de biogás y un secadero.
Con estas herramientas se ha logrado alargar la vida útil del SPCH (sustrato de post-cultivo del champiñón). Primeramente porque se ha alimentado con este material un digestor anaerobio, donde se ha realizado la digestión del SPCH y se ha producido biogás. Además, se han añadido otros residuos agrarios de localidades cercanas a este proceso de digestión.
El biogás producido en el proceso anterior se ha usado para quemarlo en un secadero adyacente y que de esta forma se seque el SPCH que se añade a este sistema. Obteniendo un producto apto para su pelletizado y que puede ser usado como abonado de fondo para otros cultivos agrícolas, como: lechuga, tomate, calabacín, pimiento, coliflor, brócoli, cereal, viñedo, repollo y apio.
Las pruebas realizadas en invernadero y campo con los pellets obtenidos han dado como resultado preliminar en comparación con los fertilizantes inorgánicos tradicionales un mejor enraizamiento y crecimiento vegetativo inicial, una floración más temprana, con un comienzo de crecimiento de fruto más temprano respecto a las plantas control.
Los principales impactos del proyecto SmartMushroom es que el fertilizante orgánico obtenido con base SPCH, supondrá una revolución en la valorización de residuos procedentes del cultivo de champiñón, resolviendo gran parte de los problemas asociados a este proceso. Cada planta de tratamiento SmartMushroom trata una media de 36.000 toneladas, ahorrando entre 216.000 y 360.000 € de manejo de residuos, a la vez que genera un valor de negocio de 850.000 € procedentes de la venta de pellets para usos en agricultura.